jueves, 8 de marzo de 2007

LAGRIMAS

Bottled in a strong compression
My distortion shows obsession
In The Cage. Genesis

En una habitación de muros y cielo blanco, hay un hombre totalmente vestido de blanco. Cada cierto tiempo, observa fijamente el piso blanco, como si tratase de romper la obstinada pureza uniforme que aumenta o disminuye el tamaño del cuarto a su regalado gusto. Pero luego de unos minutos, cuando las venas de sus sienes están a punto de explotar, vuelve a cerrar los ojos y por otros tantos minutos, se maldice con furia para luego, llorar y sollozar hasta el hartazgo. En seguida, vuelve a concentrar sus ojos y todas las fuerzas de su cuerpo escuálido en el suelo inquebrantable, hasta que el agotamiento lo sume una vez más en maldiciones e insultos soterrados.

En algún momento, decide no secar sus lágrimas, Las mira apozadas en las palmas de sus manos y decide dejarlas caer al piso blanco. Día tras día, repite aquel gesto un tanto peregrino hasta que luego de muchas horas y llantos furibundos, ve germinar un pequeño y núbil tallo. Envalentonado por tan sublime acontecimiento, se impone penas, dolores y desilusiones que provoquen nuevas y más fértiles lágrimas con las que regar el pequeño jardincito que ha surgido en medio de la habitación, anulando el blanco letal que le quemaba la vista. Y así, hora tras hora, día tras días, año tras año ve crecer matorrales y árboles hasta que estos tocan con sus ramas rugosas y laberínticas el techo de la habitación. Las enredaderas cubrían los muros y el pasto le hacía cosquillas en los pies. Pero aún faltaba lo más importante, el deseo original que había proyectado la creación de aquel jardín cretáceo. Entonces, imaginó el invierno y los árboles y los matorrales y las enredaderas se secaron y así, las hojas secas cayeron sobre el césped cubierto de frío rocío.

Entonces, el sueño estuvo completo. No sin dificultad, el hombre se levantó y a pesar del dolor crónico de sus huesos y músculos tullidos y de las arrugas que colgaban de su rostro como alas de murciélago, caminó sobre la hojarasca pletórica de sonidos y formas que hacía tanto tiempo había tratado de imaginar para confortar las plantas de sus pies.

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