domingo, 18 de marzo de 2007

Idénticos


Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican a los hombres.
JORGE LUIS BORGES

Entonces, en un momento de sorpresiva lucidez, se queda de pie frente al espejo de la habitación, desnudo, desvalido, anacrónico. Observa la panza naciente e inevitable, coteja las arrugas oprobiosas y las canas escasa pero aún así relucientes y predictivas. El reflejo también le muestra el cuerpo de una mujer tendido sobre la cama deshecha, la lámpara encendida pero aún así, opaca y agónica, incrustada sobre el velador que también contiene algunas rayas postreras de coca y dos vasos medio llenos de whisky. Un mueble con libros que jamás leyó y el ventanal grotesco que mira hacia la ciudad, develando el amanecer próximo aunque indeseado.

En ese momento de sorpresiva lucidez, se toca el rostro con ambas manos y se pregunta, como tantos otros, si aquel reflejo no será una puerta a un mundo paralelo, a otro idéntico que sin embargo y a diferencia suya, conservó sus sueños infantiles, luchó por sus ideales, cumplió sus metas sin tener que pisotear ni acribillar a nadie para llegar al sitial donde está. Se pregunta si aqule idéntico dormirá tranquilo por las noches, si ese idéntico no sufre cuando la coca escasea ni recorre la ciudad entera buscando una botillería o un pub cualquier día de la semana para tomar unos tragos y adormecer las culpas y las penas. Le gustaría saber si ese idéntico tiene esposa e hijos, si su vida es un lecho de rosas, si sus sentimientos son reales y sinceros. Si su corazón aín late, a diferencia del suyo que desde hace muchos años, ya no siente nada.

Una lágrima cae por su mejilla. De pronto, percibe que la mujer se mueve, acercándose al velador. Su cuerpo le pide coca y en cosa de segundos, olvida todo lo que ha pensado en esos escasos segundos de lucidez y los arrepentimientos y recriminaciones se quedan en el aire, disolviéndose como volutas de humo.

Desde el otro lado del espejo, un hombre se pregunta si su idéntico, ese que ve al otro lado del espejo en cuclillas sobre unas cuantas gruesas rayas de coca, conservó sus sueños infantiles, luchó por sus ideales, cumplió sus metas sin tener que pisotear ni acribillar a nadie para llegar al sitial donde está.

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