jueves, 22 de marzo de 2007

Madre y Padre

Extrañaba a su mamá. Mucho. Sobre todo en las noches, cuando después de batallar consigo misma por horas, por fin lograba cerrar los ojos, un tanto aletargada, agotada de llorar, hambrienta de descanso. Entonces era cuando más extrañaba a su mamá; los brazos protectores, su respiración tibia colándosele entre el cabello, su regazo amplio y acogedor como guarida de oso. Estremecida, escuchaba los pasos de su padre acercarse a la puerta y otra vez el letargo, el cansancio y la paz se le escabullían. Fingía dormir, pero escuchaba cada parte del prólogo doloroso... La puerta de su cuarto abriéndose monstruosa, los movimeintos de su padre despreniéndose de la ropa, la entrada subrepticia a su lecho convertido en féretro vergonzoso.

Entonces, más que nunca, extrañaba a su madre y se preguntaba por qué la muerte se la había quitado tan pronto, mientras aquellas manos ajenas y frías se apoderaban de la mínima curvatura de sus caderas.

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