sábado, 19 de mayo de 2007

Miedos de Comunicación


The sense that it's useless
And the fear to try
Not believing in leaders, the media that feed us
Living with the big lie
You get used to it
MARILLION. LIVING WITH THE BIG LIE
He regresado, cuál quiltro pródigo después de algunas semanas con exceso de trabajo, borracheras varias y uno que otro encuentro sexual con ciertas féminas de dudosa reputación... A medias, eso sí, esta tarde agradable de otoño, mientras estoy bajando un disco de David Sylvian, disfrutando la quinta lata de cerveza y fumándome el enésimo cigarrillo del día... Pero en fin, eso es mejor que nada o más bien dicho, que estar trabajando en el altiplano o viendo esos programas de relleno que transmiten los canales nacionales el día sábado por la tarde -incluyendo esa pelotudez tremenda y eterna llamada Sábado(s) Gigantes(s)-, para continuar embolinándole la perdiz a los pobres, ignorantes e hipnotizados telespectadores que ya nada puden hacer para evitar ser seducidos por el encanto embrutecedor de un maldito aparato electrónico...

Bueno, tampoco soy mucho mejor que ellos. En cierta forma, me convertí en una especie de perro de raza por unos días. Las últimas dos semanas he estado apareciendo en televisión muy seguido, al punto que algunos de mis amigos parroquianos del Babilonia me apodaron "Pelao Mediático"... Esas son las putas ocurrencias del Kiki y de Negro Willy, par de personajes de la noche antofagastina que me hacen reír con cada estupidez que se les ocurre... Si hiciera una libro con las tallas que le he escuchado al Kiki, Coco Legrand quedaría como una alpargata vieja... En fin, volviendo al jodido tema, fui parte de esa masa amorfa de programas televisivos que tanto desprecio. Lo peor de todo es que no se siente tan mal cuando te reconocen en la calle o las minas se te acercan para conversar y saber qué mierda hacía en pantalla. De todas formas, me siento hipócrita e inconsecuente. Ahora espero desaparecer por un buen tiempo y tratar de asumir que nadie me puso una pistola en la cabeza para estudiar periodismo, sabiendo que una de las posibilidades latentes es esa, ser parte directa o indirecta de un medio cuestionable, sometido muchas veces a los ires y venires de quienes tiene el poder político o económico; un medio bastardo que denuncia sin herir a nadie, que acusa sin nombrar culpables, que le lava la mente a los cabros chicos con toneladas de dibujos animados desechables, que protege a la peor calaña de criminales del país pero que no tiene asco de mostrar los rostros y los crímenes de los delincuentes de poca monta; un medio rígido, más preocupado del divorcio de la Marlén Olivari (qué tipa más warrior!) que de los cagazos que nuestros poco honorables diputados y senadores se mandan semana tras semana, contribuyendo diariamente a la desinformación, al desinterés y a la despreocupación...

En fin, ahí estuve también, tratando de hacerlo lo mejor posible porque, al fin y al cabo, era mi trabajo, mi pega, mi obligación. Entonces me di cuenta que le tengo miedo a las comunicaciones, como dijo Adriana (mi jefa) "más por lo que no dicen que por lo que dicen"... Y entonces, cuando me veo en pantalla, me odio, me tapo el rostro y espero que las imágenes pasen luego, para no sentirme tan parte de este horroroso sistema, para no sentirme tan "mediático", para ahogar la rabia que me consume cada vez que veo tele en vez de estar haciendo algo realmente productivo...

La foto es del año ante pasado, durante una entrevista en el Digital Channel... Más encima, tampoco tengo "rostro televisivo" ni las pechugas de la Lola Melnyck ni el trasero de la Claudia Schmidt...