lunes, 19 de noviembre de 2007

Pequeños Terremotos


Voices that talk and talk towards nothing,
so that nothing's hollow role shall not slide
in on the scene in the solitary theater.
WE ARE THE DEAD. ULVER

No, no voy a hablar del disco de Tori Amos ni del terremoto de la semana pasada, aunque ese sorpresivo, atemorizante y desorientador movimiento telúrico es el que en cierta medida obliga estas letras.

Enter algunas viejas y pendejas histéricas, bocinazos neuróticos, el apuro de muchos por llegar a casa y la sensación de que aquello no había sido si no una señal del apocalipsis próximo, me detuve a pensar en los otros terremotos, los pequeños, esos que nos remecen por dentro y a las personas más cercanas a ti, esos temblores grado 10 que te tiran a tierra y te hacen rogar por unos minutos de calma entre avatares inclementes, apagones espirituales, bajas de energía, cortes en el suministro de endorfinas y derrumbes y grietas en diversas partes del alma y el corazón. Saber, de sopetón y por ejemplo, que tu señora te engaña; que tu padre es en realidad tu padrastro. Perder todo por culpa de un estafador desalmado... que tus hijos ya no te quieran, perder a un ser querido en un segundo... Todas esas tragedias que de repente te golpean como la ola gigantesca de un tsunami y ante la cual debes permanecer estoicamente de pie, sabiendo que al abrir los ojos te encontrarás en medio de una tierra desolada que deberás reconstruir con tus propias manos y trozos de recuerdos esparcidos por aquí y por allá.

Me parece que esos terremotos son los peores. Nadie más los siente, a nadie más se le cae la casa. A nadie más se le acaba la vida. Es uno mismo quien siente el remezón, en silencio y soledad, y es testigo absorto de cómo el mundo interno colapsa hasta convertirse en una colección de recuerdos magullados y escombros inútiles. Y es ahí cuando nos quedan dos opciones: o sentarnos a llorar sobre la miseria de nustro mundo en ruinas, o poner manos a la obra y comenzar a reconstruir.

Le tengo miedo a esos terremotos. A mí se me ha movido el piso bastantes veces y es horrible mirar en tu interior y ver todo destruido. Pero más terrible es saber que en esos casos no Chile Ayuda a Chile ni Onemi que te ayude. Solo y perseverante debe levantarte y buscar la forma de dejar atrás la tragedia, los muertos imaginarios y las pérdidas económicas de tu orgullo y volver a empezar... sencillamente volver a empezar y rogar porque en unos años más, algún desgraciado personaje de tu vida o un suceso doloroso y extraordinario no vaya a echar abajo los frutos parchados de la reconstrucción de tu vida...

*Foto: Erik Rojas

2 comentarios:

Unknown dijo...

mi niño es verdad aveces esos terremotos internos son los q mas te golpean y te hieren sin saber como poder salir adelante y pararte otra vez....me ha pasado..en fin the life go on

Perro dijo...

bueno el texto, saludos.