sábado, 14 de abril de 2007

Una Mujer llamada Diamanda


"Puta, santa, demonio, amante, loca o ángel, no hay otra voz en el rock, el jazz o la vanguardia musical con su violencia, con su abrasadora pasión y pura fuerza elemental"
JOHN GILL. TIME OUT LONDON

Me considero un tipo melómano. Si bien tengo una viciosa debilidad por el rock progresivo, en mi discoteca hay de todo un poco. De hecho, la semana pasada me deleité escuchando algunos discos de la genial Adriana Varela, tanguera de tomo y lomo, cuya voz aguardentosa, cruda y solitaria es realmente estremecedora.

Pero hoy me he acordado de otra mujer de voz incomparable: Diamanda Galas. Como buen melómano también me interesan mucho las rarezas musicales y hoy, su nombre apareció en el chat de progresivo que acostumbro visitar. Y me extrañó. Son muy pocos los que conocen la obra de esta mujer de belleza oscura, voz privilegiada y comprometida en carne, sangre y alma con la causa de los enfermos de SIDA. Descendiente de griegos, Diamanda estudió piano desde muy pequeña, así como también artes escénicas. Además de ser una fanática del vampirismo y de autores tales como Baudelaire, Nietszche y Artaud, su carrera se ha visto atacada constantemente por ciertos grupos fundamentalistas religiosos que ven en ella la encarnación de un ser demoniaco, pero por sobre todo, a una mujer que no ha tenido ningún temor de denunciar el abandono de los enfermos de SIDA y violaciones a los derechos humanos a través de su música.

Pero ojo, neófitos musicales, en Diamanda no encontrarán a la típica cantante de guitarra de palo y letras poéticas y sobrias. Al contrario, su música es oscura, a veces primitiva y elemental; en otras ocasiones, épica y dura. Su rango vocal es tremedo, lo que le permite jugar con diversos tonos y utilizar sus cuerdas vocales como un instrumento más. Todo decorado con letras oscuras, decadentes, brutales y poderosamente evocadoras. Siempre acompañada de su piano (junto al cual ha creado piezas magníficas), ha colaborado con artistas de todos los espectros de la música alternativa, entre los que destacan John Paul Jones (ex-bajo de Led Zep), Vinko Globokar, Nick Cave y Einsturzende Neubaten por solo mencionar a algunos, además de haber prestado su maravillosa voz para diversas bandas sonoras de filmes como Drácula de Ford Coppola y Asesinos Por Naturaleza de Oliver Stone.

El primer disco que escuché de Diamanda fue Les Letanies de Satan, basado en la obra homónima de Baudelaire. Una pieza oscura, cargada de simbolismo, en la cual su voz apenas es opacada por el acompañamiento constante y tétrico de percusiones industriales. En este álbum, sus dardos apuntan contra la alienación social producto de la opresión.

Años más tarde, me vería nuevamente impactado por la música y puesta en escena de su trilogía Plague Mass, obra en la que defiende abiertamente a los enfermos de SIDA (cabe recordar que su hermano falleció afectado por esta enfermedad). Aquí, utiliza textos de la Biblia para atacar a aquellos grupos religiosos que condenan la enfermedad y la consideran un castigo divino. Como ya deben suponer, debió superar una tremeda cantidad de barreras para poder presentar esta obra en vivo.

Ya, no le hablo más... Consíganse los discos de Diamanda y de ahí conversamos. De verdad, vale la pena darle una oportunidad aunque su música no es para nada masiva y difícil de digerir, pero su compromiso con las causas perdidas, su entrega como artista y el poder su voz bien valen la pena... Yo, por mi parte, aún le agradezco al Joso y al Mauro por haberme dado la oportunidad de conocer a esta maravillosa mujer...

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