jueves, 11 de octubre de 2007

Espejo y Cópula

No sé si allá afuera amanece o atardece. Es difícil saberlo después de tantos días y con las pesadas cortinas azules cubriendo fríamente la ventanas de la habitación. Obedeciendo las órdenes que mi cerebro envía en otro idioma, me levanto con la inconciente intención de tonificar mis músculos cansados y renegados. Ella susurra algunas palabras que no entiendo y aún dormida, coloca su mano derecha bajo la barbilla, esbozando una sonrisa tenue. Doy algunas vueltas por la habitación, aún dudando si aquel cuerpo es mío. Me detengo frente al espejo empotrado tras la puerta del cuarto. Observo mis ojos enrojecidos, mi cuerpo en franca decadencia, mi piel macilenta, los escasos pelos que aún se aferran a mi cráneo; mis labios torvos y las arrugas de mi cuello. Observo detenidamente cada sueño y esperanza muerta, tatuadas en mi torso como revelaciones bíblicas. Entonces, observo la habitación que está a mis espaldas a través del reflejo oscuro del espejo y recuerdo que Borges alguna vez dijo que los espejos y la cópula son abominables por que multiplican al hombre. Entonces sonrío y recorro con mis ojos los muros cenicientos, los focos dicroicos que cuelgan del cielo artifical, la ropa que yace sobre el piso, los muebles minimalistas en donde reposan botellas medio vacías de vodka, ceniceros repletos de colillas de cigarrillos, condones llenos de semen... Entonces, veo su cuerpo aún en la cama, retozando cíclicamente y también me veo a su lado. Veo mis manos tomándole la cintura y acuciando el tibio despertar entre susurros y sonrisas cálidas para saber si vamos a hacer el amor de nuevo o si mejor pedimos algo para comer. Y es en ese momento que deseo volver a la cama, pero me quedo frente al espejo para descubrir que ella no es mía y que ese hombre que se levanta no soy yo... Entonces me pregunto por qué mierda este espejo tiene que tener dos caras...

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